jueves, 7 de agosto de 2008

RECORDANDO






La otra noche, cuando visite con mi mujer la casa de Ana Mari, para ver a Pilar, aparte de pasármelo genial, estuvimos hablando y recordando tiempos pasados.
Entre bocado de ensaimada y copa de cava, hablamos entre otras cosas de la forma de vivir en aquellos años 50 y 60, la forma de trabajar, las costumbres y lo diferente que es todo comparándolo con los tiempos actuales, Pilar me comentaba que recordaba a mi padre con su escalera a cuestas y es que esa es la imagen que mas va con mi padre, siempre de casa en casa con la escalera al hombro mirando el contador.
Hablamos de la luz que antiguamente se instalaba en las casas de las familias mas modestas, aquellas a las que no les llegaba el salario para contratar un contador, les explique que se trataba de un contrato denominado tanto alzado, con el cual tenían derecho a disponer de dos puntos de luz, con dos lámparas de 25 w. las cuales tenían un casquillo diferente a las bombillas clásicas, el casquillo era mas estrecho y por lo tanto no se podían enroscar bombillas de mas vatios, esta instalación constaba de un interruptor y un conmutador que te permitía, bien tener media luz en cada bombilla(en serie) o por el contrario toda la luz en una, mientras que la otra permanecía apagada, por supuesto la luz solo la tenían cuando se encendía el alumbrado publico de la calle, recuerdo que mucha gente le pedía a mi padre, que le dejara el cordón largo con el fin de poder usar la luz a modo de portátil y así llegar con ella a sitios donde normalmente no llegaba.
Creo que abra mucha gente que al leer esto, recuerde que en su casa había ese tipo de instalación y quizás les provoque una sonrisa, también se que alguno abra de los que para tener mas luz cambiaban el portalámparas y lo ponían de rosca normal, y hasta los abra de los que cambiaban los hilos en la calle para tener luz durante todo el día, lo que si se cierto es que Vicente Vaello no era tonto y el sabia perfectamente quien hacia trampa, lo que pasa es que siempre hacia la vista gorda, mi padre quería mucho a la gente de Encinasola pese a no haber nacido en el pueblo, y se que mucha gente de Encinasola lo quería a el.
Recuerdo anécdotas de mi padre, como por ejemplo cuando cada mes teníamos que leer los contadores, había una casa en la calle la Fuente, que cuando entrábamos y después de gritar “ A VER EL CONTADOR” si no contestaba nadie, mi padre entraba hasta la cocina, cogia un huevo y con las tijeras que siempre tenia en el bolsillo, le hacia un agujero en cada lado y se lo bebía, después ponía con el lápiz en la cáscara V.V, sus iniciales y lo dejaba donde estaba y de esta manera cuando la señora de la casa regresaba, sabia que Vaello había estado en su casa, esto es absolutamente cierto, a mi padre le gustaba cucarse los huevos…..de gallina.
Espero no haber resultado muy pesado, pero es que ahora mismo estoy solo y me apetecía mucho deciros algo, un abrazo para todos.

Antonio Vaello

5 comentarios:

  1. Antonio !que tiempos aquellos!
    Ahora lees estas cosas y parece que sean de la prehistória.
    Me ha gustado mucho tu relato y la forma que tienes de contarlo.
    Un abrazo.
    Carmen

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  2. Antonio eres genial, ya te dije que nosotros teniamos en casa esa luz que se ponia a medias, y recuerdo que al cordón yo le hacia un adorno con papel rojo a tiras y quedaba precioso.
    Por cierto a mi padre también le encantaba comerse los huevos asi´.

    (En el restaurante nos trataron muy bien, les dije lo que me dijistes, por cierto estaba alli Gonzalo, El dueño de todo aquello.)
    Un beso.

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  3. Antonio acabo de leer tu relato como te dije me encantaría me gusta como lo haces lo mismo que carmen te digo que te queda muy bien, yo también recuerdo lo de la media luz, y que se encendía de noche y se apagaba al amanecer, bonitos recuerdos un beso Isabel

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  4. Antonio se nota que por tus venas corre sangre inglesa,te sale la flema a borbotones.
    estas propuesto para el Pulizer

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  5. Delicioso relato Antonio, de tu padre hay infinidad de anecdotas todas buenas.
    Me alegra leer tus relatos.
    Faustino

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