miércoles, 17 de septiembre de 2008

COMIENZO DE CURSO

Esta es la entrada de "mi colegio"

El comienzo de curso, no era un drama para mí. Yo lo esperaba con mucha ilusión.
Cuando mi madre me despertaba por la mañana, me levantaba sin protestar, me lavaba y peinaba y me ponía el uniforme recién planchado compuesto: por pichi azúl con la falda plisada, blusa blanca, chaqueta de punto del mismo color que el pichi, calcetines blancos y zapatos “gorila” famosos en aquella época por la pelotita verde que regalaban y que todavía se siguen usando.
Desayunaba volando y con mi cartera llena de libros, cuadernos y plumier
Me dirigía hacia el colégio que estaba a unas dos manzanas de mi casa.
El reencuentro con las compañeras en el patio antes de entrar, era alegre y bullicioso, todas queríamos contar a la vez lo que habíamos hecho durante las vacaciones, ya que la mayoría nos íbamos a algún otro pueblo o ciudad a casa de los tíos o de los abuelos, (en esa época ir de vacaciones no se parecía en nada a la de ahora). Hasta que llegaba la hora de entrar en el colégio; formando una fila y en silencio. La clase estaba recién pintada y limpia y los pupitres de madera barnizados y brillantes. Nos poníamos las batas blancas con nuestros nombres bordados en el bolsillo superior y nos quedábamos de pie hasta que entraba la madre (nombre con el que nos dirigíamos a las monjas) dándonos los buenos días con un “Ave María Purísima” a lo que nosotras contestábamos "Sin Pecado Concebida". Se dirigía hacia su mesa colocada encima de una tarima y nos decía que nos sentáramos en el sitio que previamente habíamos elegido. Lo primero que nos pedían eran los trabajos que nos habían mandado hacer en la época estival, más de una se llevaba un sofocón porque pensando que no se acordarían después de dos meses y medio no se habían molestado en hacerlos y tenían que quedarse haciéndolos en las horas de recreo hasta que los terminaban que eran unos cuantos días. Después apuntábamos el horario que seguiríamos durante el curso, y les echábamos una ojeada a los nuevos libros. A las once de la mañana bajábamos al patio, ese día no jugábamos sino que sentadas en círculo nos explicábamos con todo lujo de detalles nuestras aventuras veraniegas: En qué sitio habíamos estado, las cosas que habíamos hecho, si algún chico nos había gustado y todas esas cosas que a los doce o trece años eran tan importantes para nosotras. Mientras íbamos hablando nos comíamos el bocadillo o la fruta que nos habíamos llevado. El tiempo se pasaba rápido y a las once y media de la mañana entrábamos en orden a la capilla donde rezábamos y cantábamos canciones a “La Virgen Niña” la patrona de nuestro colegio, rogándole que nos ayudara en el nuevo curso que comenzábamos.
Cuando se terminaban las oraciones subíamos a clase a recoger las carteras y siempre nos íbamos con el encargo de hacer una redacción contando lo que habíamos hecho durante el verano.
Cuando salíamos del colegio nos parábamos un rato en la placeta de San Quilez para comentar que nos había parecido la monja que nos había tocado y quedábamos para la tarde, (ya que hasta Octubre no empezábamos las clases por las tardes) en la plaza de España para terminar de contarnos todo lo que nos había quedado en el tintero.
Por la tarde, cuando llegábamos a casa después de haber estado con las amigas, era la hora de forrar los libros y de poner en el reverso de la tapa una poesía cortita y que año tras año se repetía. ¡Virgen Santa, Virgen Pura, haz que apruebe esta asignatura!
Carmen

4 comentarios:

  1. Un Escrito muy apropiado para esta fecha tan reciente del comienzo de los colegios, que a la vez nos hace reverdecer laureles.
    Aunque yo empiezo a ir de nuevo al colegio,cada dia me toca llevar a mi nieta

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  2. Muy bonita tu Historia vivida en tu adolescencia, esa suerte tu vistes de ir al colegio, y ahora tienes esos bonitos recuerdos, me alegro un montón, un beso Isabel.

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  3. Carmen me has traido gratos recuerdos ya que para mi volver al colegio era una alegria. Pero lo que más me llama la atención es lo que dices de los zapatos gorila ¿ sabes que la fábrica estaba al lado de mi trabajo y que yo conocia al dueño y a muchos trabajadores entre los cuales habia gente de Encinasola?.
    Yo tambien usaba esos zapatos que no se rompian nuncan . Y las pelotas verdes, te acuerdas como botaban?. como cambian las cosas...

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  4. Lo mismo que a Ana Mari, a mi también me han venido esos recuerdos de mi niñez, lo que ocurre es que para mi el comienzo de curso, no es que fuera muy de mi agrado. Respecto a los zapatos Gorila, si que los recuerdo pero ya de mayor, de niño mis zapatos o eran alpargatas, o eran hechos de Velata el zapatero, un beso.

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