domingo, 18 de octubre de 2009

EL PAN DE DIOS

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Cuando, de ves en cuando, coincido con algún grupo en bodas, comuniones o simplemente para tomarnos una cerveza, compruebo que apenas nadie de los presentes se comen el pan que les ponen acompañando la comida y menos aún si son mujeres.
Éste acontecimiento tantas veces repetido, me ha hecho pensar en lo que suponía en nuestras vidas de niños y adolescentes el pan.
Si lo analizamos detenidamente lo tomábamos de mil maneras distintas: pan con una “jícara” de chocolate (para algunos prohibitivo) , pan con manteca, pan con chorizo, pan con tocino de veta, pan para migar el gazpacho, pan cortado en láminas finas para esponjarlo en la sopa, pan con aceite y azúcar (casi siempre se tenía en casa), pan con la nata fría de hervir la leche y espolvoreado de Cola-Cao (esto era delicioso en mis meriendas; aprovecharse los que aún compráis la leche recién ordeñada), pan regado con leche condensada La Lechera (esto era un lujo que solo se hacía de vez en cuando); algunos lo comían hasta con las migas y todos decíamos riendo: “Pan con pan comida de tontos, tu eres el burro y yo me monto”.
Para no continuar pues no acabaría nunca, no me quiero olvidar de los “sopones”, éstos eran muy variados. El sopón preferido mío, era cuando llegaba hambrienta del colegio y mientras esperábamos a estar juntos para el almuerzo, mi madre me mojaba un buen trozo de pan en el guiso de frijones que tenía cocido… Ese sabor del chorizo que se le echaba y con tanta hambre acumulada después del esfuerzo físico y mental, sabía a gloria.
Actualmente muchos lo tienen marginado en sus vidas y solamente lo comen de tarde en tarde cuando hacen migas.
Aquí, donde vivo, los mayores tienen una costumbre y es que cenan muchas noches una gran tostada de pan de pueblo.
Comparando aquellos años con los actuales hay momentos en los que me entristezco. Conozco a padres que les tienen suprimido a sus hijos el pan casi desde pequeños. Esto pienso que no es bueno. El aporte de pan diario, creo, no le debe de faltar a ninguna persona, racionándolo según su edad y el número de calorías que queme.
Pensando en la terrible lacra de la que somos espectadores el”Norte Rico”: LA MUERTE DE MILLONES DE NIÑOS POR HAMBRE, he querido fotografiar los vales de pan que existían en nuestro pueblo. Cada uno tenía un valor distinto y el que lo tenía por valor de muchos panes, supongo que era para las tiendas.
Espero que los jóvenes y las generaciones venideras, sepan valorar los vales fotografiados y por qué cuando en los juegos se nos caía un trozo de pan al suelo, nos agachábamos de inmediato, lo limpiábamos y decíamos: “EL PAN BENDITO”… se soplaba para quitarle el polvo del suelo y ¡¡a comer!!
Alicia Garcia.

6 comentarios:

  1. Gracias Alicia,fantásticos recuerdos,con algunos mas añadidos,ese de la nata fría con el colacao no lo saboree yo pero te prometo que lo probaré,un abrazo.

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  2. Alicia, seguramente esos mayores que se comen para cenar una gran tostada de pan de pueblo, saben que para un sueño prolongado y plácido es muy recomendable comer una considerable cantidad de pan. Tiene como contrapartida que se pueden sumar algunos kilos, pero yo creo que eso depende de lo que le eches al pan.
    Cordial saludo. Jesús

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  3. ¡Qué rico el pan Alicia!... Era rico hasta cuando nos íbamos a la recolección y después de una semana metido en un costal y colgado de una encina, se podian recargar cañones con él. Y qué me dices de aquel trozo de pan casero que guardabas en el mochilo para cuando volvias del campo y te comias con unas bellotas desde lo alto del burro.
    ¡Y cuánto han cambiado los tiempos!...

    J.M. Santos

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  4. Cuanta razón tienes Alicia, que bueno está el pan. Hace poco estuvimos en Encinasola y compramos tres panes grandes que nos supieron a gloria. Ahora existe mucha variedad de pan, pero ese de nuestro pueblo, el de siempre, con su corteza gorda y crujiente es un manjar.
    El olor a pan recién hecho lo tengo bien grabado, cuando paso por alguna panaderia no puedo resistirme y si me dejan entro, esto me transporta a otros tiempos, porque yo, como sabes, me crié entre panes.
    Un beso amiga.
    Pilar

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  5. Alicia.
    Ayer me enviaste un correo. Con esto,creo que ya sabes quien soy. Perdona que mantenga mi anonimato. Es algo que nunca hago.

    El pan. Yo me sentaba en un escalón del corral de mi casa. Mi madre se situaba frente a mí sentada en una silla e iba tomando pequeños trozos de pan a los que, toda la paciencia que solo teneis las madres, iba poniendo encima trocitos de tocino. Aquella era una de mis meriendas preferidas ¡Qué delicia!
    Cuando fui algo mayor cambié el tocino por la jícara de chocolate "La Colonial". Es que aquel chocolate traía unos cromos de futbolistas. ¡Que ya era algo importante!
    El gazpacho era otra forma de ingerir el pan. Se tomaba en todo tiempo. En verano con agua fría y con higos. Aquello era "hablar con Dios". En invierno se tomaba con agua templada y con sardinas. Las sardinas no eran muy frescas, pero eran las que había y sabían muy bien.
    Eso de que el pan engorda es un cuento chino. Más pan que yo comí no creo que haya comido nadie. Medía 1,76 y pesaba 60 kilos.
    ¡El pan engorda! lo que engordan son los donuts, las pizzas, las hamburguesas, las ...

    ¡Ah! todavía mantengo la costumbre de tomar de desayuno, todas las mañanas, pan con aceite y azucar.
    Pero el rey del desayuno es la rebanada de pan tostado bien frotada con ajo y con un buen chorreón de aceite.
    Esto es el desideratum, bocato di cardinali.
    Desgraciadamente, no me lo recomienda la familia. Dicen que cuando lo tomo no pueden ir conmigo a ningún sitio. El aliento me apesta.
    ¡Todo no puede tenerse en la vida!

    FELIZ NAVIDAD y espero poder pasar otros buenos momentos con vosotros.

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  6. A buen hambre no hay pan duro
    Al pan, pan, y al vino, vino
    Con pan y vino se anda camino
    Del agua y el pan toman los huesos la cal
    No hay peor cosa que un pobre harto de pan
    Pan con pan, comida de tontos
    Por mucho pan nunca es mal año
    Si das pan a perro ajeno, pierdes pan y pierdes perro
    Si quieres que te siga el can, échale pan

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